La muerte de Jesús fue analizada por médicos que concluyeron que la agonía provocada por la tortura romana fue muy dolorosa.
Desde el siglo I se buscó alguna respuesta clara a los motivos que desencadenaron la muerte de quien, según las Sagradas Escrituras, diera su vida para limpiar los pecados de toda la Humanidad como supremo gesto de amor.
Más allá de lo que sostiene la fe
cristiana, la existencia de Jesús fue probada por científicos e historiadores y
desde la medicina clínica y forense se hicieron innumerables estudios sobre las
verdaderas causas de su muerte y del "milagro" ocurrido cuando, al
ser atravesado por una lanza, brotó agua de su cuerpo en lugar de sangre.
Renombrados especialistas
coinciden en que Jesús debió soportar un tremendo dolor: "Él sufrió una de
las formas más duras y dolorosas de pena capital jamás imaginada por el
hombre", dice una investigación del portal Christian Answers.
Los tres momentos clave y de mayor sufrimiento a los que Jesús fue
sometido
La flagelación
El doctor Rubén Darío Camargo,
especialista en cuidados intensivos, analizó en una conferencia realizada en
Barranquilla (Colombia) en 2003 el tipo de castigo que usaban los romanos:
"La flagelación era un preliminar legal a toda ejecución. A la víctima le
desnudaban la parte superior del cuerpo, lo sujetaban a un pilar poco elevado y
con la espalda encorvada, de modo que al descargar sobre ésta los golpes no
perdiesen fuerzas. Golpeaban, sin compasión ni misericordia alguna".
El instrumento era un azote corto
(flagrum o flagellum) con varias cuerdas o correas de cuero, a las cuales se
ataban pequeñas bolas de hierro o trocitos de huesos de oveja, que causaban
profundas contusiones y hematomas. Los huesos de oveja –que las cuerdas de
cuero tenían en las puntas– desgarraban la piel y el tejido celular subcutáneo.
Al continuar los azotes, las
laceraciones cortaban hasta los músculos, desgarrando la carne, lo que producía
una pérdida importante de líquidos (sangre y plasma). Hay que tener en cuenta
que la hematohidrosis (sudoración de sangre) previa había dejado la piel muy
sensible en Jesús.
La corona de espinas
Después de la flagelación, los
soldados solían burlarse de sus víctimas. A Jesús le fue colocada, como emblema
irónico de su realeza, una corona de espinas que pudo irritar gravemente los
nervios más importantes de la cabeza, causando un dolor cada vez más intenso y
agudo con el paso de las horas.
De acuerdo a las Escrituras, no
recibió ningún alimento durante muchas horas, lo que se habría agravado por la
pérdida de líquidos tras las abundantes hemorragias. Eso permite suponer que
estaría gravemente deshidratado y al borde de un colapso o shock.
Cuenta la Biblia que al momento
de la "coronación" congregaron a toda la corte conformada por entre
400 y 600 hombres para burlarse de él: "Allí lo desnudaron, lo hicieron
sentar sobre cualquier banco de piedra, le echaron en las espaldas una capa
corta color grana y le encasquetaron la corona de espinas con fuerza sobre la
cabeza, le pusieron una caña por cetro en la mano derecha y empezó la farsa…
¡Salve, rey de los judíos! Y le golpeaban la cabeza con una caña y lo escupían,
y puestos de rodillas le hacían reverencias" (Mr.15:15; Mt.27:26-30; Jn
19:1-3).
La crucifixión
El dolor y el daño causado por la
crucifixión fueron concebidos para ser sumamente intensos, "al punto en
que se anhelaría constantemente la muerte". Según el doctor Frederick
Zugibe, la perforación del nervio medio de las manos por un clavo puede causar
un dolor tan increíble que ni la morfina sería de ayuda.
"Por ser un dolor intenso,
ardiente, horrible como relámpagos atravesando el brazo hacia la médula
espinal. La ruptura del nervio plantar del pie con un clavo tendría un efecto
asimismo horrible". Además, la postura del cuerpo sobre ese tipo de cruz
alargaría por varios días la agonía, ya que ésta fue pensada "para hacer
extremamente difícil la respiración".
El doctor Frederick Farrar
escribió: "Una muerte por crucifixión parece incluir todo lo que el dolor
y la muerte puedan tener de horrible y espantoso: vértigo, calambres, sed,
inanición, fiebre, tétano, vergüenza, humillación, larga duración del tormento,
horror de la anticipación, mortificación de las heridas no cuidadas...".
Lo resumió como "una sinfonía del dolor" producida por cada
movimiento, con cada inspiración, incluso una pequeña brisa sobre la piel
podría haberle causado un dolor intenso.
Por su parte, Zugibe dijo creer
que "Cristo murió de un colapso debido a la pérdida de sangre y líquido,
más un choque traumático por sus heridas. Además de una sacudida cardiogénica
que hizo que su corazón sucumbiera".
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