sábado, 29 de diciembre de 2012

Roberto Clemente, el inmortal que enarboló la bandera de la Solidaridad



(Agencias-Redacción Central) En Nicaragua hablar de Roberto Clemente, es hablar del hombre que entregó su vida enarbolando la bandera de la Solidaridad y más allá de sus impresionantes nùmeros como beisbolista, este ser humano dejó una gran lección para toda la eternidad. En Nicaragua el Gobierno del Presidente Daniel Ortega Saavedra construye en su honor un parque de béisbol infantil y una plaza en donde se erige un monumento.

El pelotero puertorriqueño de cuya muerte se cumplen 40 años el lunes 31 de diciembre, es leyenda de la isla caribeña y figura imprescindible para los latinos de Estados Unidos, donde sufrió, en la década de los sesenta, su condición de negro e hispano.

Fallecido en 1972 en un accidente aéreo en San Juan muy cerca de donde había nacido cuando viaja a Nicaragua con ayuda humanitaria, Clemente forma parte del Salón de la Fama del béisbol de Cooperstown desde 1973, gracias a una trayectoria que le llevó a ganar 12 guantes de oro.

La gente muere de verdad cuando ya nadie los recuerda. El olvido es el que entierra al pasado y a la gente que vivió en ese tiempo. Eso no pasa con Roberto Clemente, el humanitario beisbolista puertorriqueño de quien aún se habla a pesar de que han pasado 40 años desde que el mar se tragó al avión en el que volaba a Nicaragua el 31 de diciembre de 1972.

Abruptamente, su muerte puso fin a una carrera que sin duda lo llevaría al Salón de la Fama. Pero la forma en que murió hizo de Clemente algo más que una leyenda. "Clemente se identificaba con las personas que sufrían en la vida", recuerda Luis Mayoral, amigo cercano del beisbolista.

Carrera brillante

Considerado uno de los mejores jardineros derechos de la historia del béisbol, en 1972 entró en la lista de jugadores que han alcanzado los 3.000 imparables.

Con el paso del tiempo y apoyado en las estadísticas, títulos y galardones, el portorriqueño Roberto Clemente está considerado como el pelotero más completo, el mejor y el primer latino en ser elevado al Salón de la Fama.

Su brillante carrera de 18 años con los Piratas de Pittsburgh ganó casi todo, también fue campeón con los Cangrejeros de Santurce, doce trofeos Guantes de Oro, varios títulos de bateo, disparó tres mil hits, resultó Jugador Más Valioso en 1966 y Más Valioso de serie Mundial del 72.

Seguro y espectacular en el fildeo; poderoso y preciso con sus tiros a las bases, rápido y alegre corriendo las bases y contundente a la hora de batear, razones suficientes para ser considerado como el Mejor Jardinero Derecho de todos los tiempos. Pudo sobrellevar la discriminación racial. Le tocó viajar en distinto autobús que sus compañeros, comer en restaurantes diferentes y hospedarse en otros hoteles.

Cuando se convirtió en jugador respetable fue duro defensor de su raza, su hispanidad y de sus compañeros. En 1972, su último año, estuvo brillante, factor primordial para ganar la segunda Serie Mundial con los Piratas. Concluida la temporada fue nominado mánager de la selección de Puerto Rico que asistió al campeonato mundial amateur jugado en Nicaragua con cuyos habitantes se identificó y aprendió a quererlos.

Pocos días después, el 23 de diciembre, se produjo un debastador terremoto en Nicaragua y sin pensarlo dos veces buscó rápida ayuda.

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